
Precisamente en ese encuentro se vio al mejor Madrid del año durante la primera parte, apabulló al Millan pudiéndose ir al descanso con un 0-3 y, ya de paso, encarar el partido para así por fin ganar en San Siro contra el Milan. Pero no, se desmoronó en la segunda.
Lo mismo le pasa al que es para mí el gran artífice de este inicio de temporada del Real Madrid, el alemán de origen turco, Mesut Özil. Un superclase. Es el hombre que le faltaba al Madrid en la medular, y bien que lo sabía Mou que al ponerse a tiro no dudó ni un instante en ir a por él, pese a que ya se había fichado a Canales o Pedro León y se podría considerar que ocupan la misma posición. Pero Mesut es distinto, reparte juego con una clase y facilidad pasmosa. Tiene una técnica exquisita, la jugada en el derbi en el que le mete un cañito a Simao y después la pisa es simplemente genial. Sólo tiene un hándicap, su fondo físico.
Resulta impactante observar como decae su juego en las segundas partes ¡Y cómo lo nota el Madrid! En cuanto baja su rendimiento, baja todo el equipo. De ahí que en las segundas partes no se vea el mismo equipo. También le pasaba con Alemania. De todos modos lo que está claro es que ha sido un gran acierto por parte del equipo blanco el traerlo a la Liga. Al menos para mí, como amante del futbol que me considero, es un placer verlo cada semana. Éste año, o al menos a principio de temporada, en el Madrid la diferencia la marca el sapo, el sapo Özil.
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